Raulito es un hijo de la chingada ya en ciernes.

Resulta que un día jodido de mi existencia, tuve a bien asistir al cumpleaños de cierto sobrinito de cierta persona jodedera. La pinche fiesta infantil pintaba para ser una más de todas, pero cuando aparecieron las pizzas, las cervezas y las tías lejanas del festejado cambió el panorama por completo.

Raulito cumplía 5 años y desde la tarde andaba jugando con toda la bola de chamacos jodederos como él. Ya entrada la noche se hizo indispensable que se partiera el pastel, solo que se presentaba un problema. Raulito estaba profundamente dormido.

Ya servido el pastel, solo se esperaba al invitado. La mamá fue a despertar al angelito y mientras Raulito se desmodorraba todos comenzamos a cantar las mañanitas, su servilleta las cantó luciendo sus pulmones porque a mi lado estaba una tía lejana del festejado con unos pantalones ajustados a la cadera que hacían imposible quitar la mirada de ahí.

Para darle mayor sentido a este desmadre hay que imaginar la escena, todos con su respectivo gorrito, serpentinas, silbatos, cantando y aplaudiendo al mismo tiempo, “Raulito parte tu pastel” “Raulito sopla bien fuerte tus velitas” “Pide tu deseo con hartas ganas para que se cumpla” y demás pendejadas ad hoc.

Yo estaba aplaudiendo y comentando entre dientes “Felicidades Raulito” mientras seguía viendo el tremendo trasero bien enfundado en esos jeans a la cadera de la parienta cuando aparece Raulito ya paradito en la mesa.

Como se imaginan, iba amodorrado, enojado y muy encabronado porque le interrumpieron su sueño. Recorre en silencio con la mirada a todos los presentes, realmente se advertía su enojo, cuando de repente salen las palabras mágicas de su dulce boquita.

“Todos chinguen a su madre”

Fue el clásico latigazo en la cara a todos los presentes. Un pinche silencio incómodo se hizo dueño de la escena y la única que atinó a hablar fue su mamá cuando le reclamó “Raulito, qué palabras son esas?”

“YA LIJE”

(versión infantil de la frase “Ya dije” pero dicha por un hijo de puta caprichoso y consentido)

Esas palabras respondió el cabrón, bajándose al mismo tiempo de la mesa y yéndose a recostar a su cama para terminar su dulce sueño que fue interrumpido por una bola de cabrones gorrones que no entienden que despertar a un querubín de su sueño es sinómino de que los manden a chingar a su madre.

Sobra decir que la fiesta se acabó y las pinches tías y parientas se fueron de inmediato y ni siquiera me dieron su teléfono. Adiós caderas llenas de estrías, qué día las volveré a ver?

Ahora cuando mando a chingar a su madre a alguien y trata de responderme simplemente le contesto:

Ya lije.