Este fin de semana la pasé fatal.

Primero porque la gripa y sus malestares me aquejan al punto de casi casi matarme. Segundo porque tuve una larga plática con alguien que consideraba muy inteligente y resultó ser muy listo, pero hasta ahí.

Hace muchos años, cuando estuve en la plantilla de El Financiero, tuve mucha relación con jóvenes poetas y noveles escritores. A muchos les seguí la pista volviéndolos a encontrar en revistas o pasquines donde colaborábamos. A la mayoría les perdí la pista.

Con uno de los que mantuve una gran amistad años después me invitó a colaborar en su revista, solo publicamos tres números antes de que nos cerraran el local por falta de pago de la renta. Cuando trabajé en el PRI se me unió para reforzar la planta de comunicación social. Antón resultó ser muy bueno para las relaciones públicas.

Antón fue el tipo que emborrachaba a sus amiguitas y luego se las presentaba a sus amigos. Aducía tener un pequeño compromiso y nos las dejaba encargadas "por 10 minutos". Por lo regular nunca regresaba. Beto, Paul, Chester, el compayito y yo disfrutamos de innumerables compañeras de parranda de Antón en las cálidas habitaciones del hotel Pontevedra que está arribita frente al PRI.

Se hizo muy amigo de un funcionario que a la postre lo enviaron de delegado estatal al norte, pasó después a ser dirigente del PRI en ese estado. Mi amigo lo acompañó desde abajo y subieron juntos. Este fin de semana se dejó caer por el DF y nos encontramos. Le invité a participar en mi nuevo proyecto. Solo movía la cabeza de manera negativa. No acepta dejar al PRI. Confía en que al ganar la Presidencia irá para arriba.

Antón sabe de mis relaciones de hace bastantes años con el equipo más cercano de Roberto Madrazo. Quiere colarse a la campaña. Le expliqué claramente que es muy difícil que cumplan sus promesas de trabajo o ayuda estos tipos. Aún así desea colaborar en la campaña. No entiende que su amigo y protector es alguien non-grato para Madrazo y Cía.

Le invité a colaborar con el Peje.