°°°° La guarida del Tío Lolo °°°°

Thursday, May 18, 2006

Nalgas no prestadas, culpas no perdonadas

Dice el dicho que un hombre no recuerda a las mujeres que ha tenido, sino que recuerda (y seguido, me cai) a las que NO ha tenido (o que pudo y no tuvo)

Cosa cierta

Casi nunca me arrepiento de nada, y la mayoría de las veces que me arrepiento es por cosas que debí hacer o tomar y que no lo hice. Hay noches pendejeras en que no puedo dormir recordando una nalguita que tuve en mis manos, pero hastá ahí, solamente la tuve entre mis manos.

Siguiendo con el tema de los pinches congresos cojederos, fui a uno y ahí me topé con CC, una vieja conocida. Rubia, ojos verdes, blanca, media plana de nalgas pero su sentido del humor es irresistible. Divorciada (su marido la dejó por otra mas joven y super-hiper-mega buena, lo digo por conocimiento pues conozco a la susodicha), rondando los 40 años, era la presa perfecta.

Cenamos, bailamos, cachondeamos y fuimos a caminar a la playa. Me contó de cómo vivió su juventud en un rancho propiedad de su abuelo, ese rancho curiosamente colindaba con otro de Caro Quintero, el famoso narco mexicano de los 80’s, nunca lo supieron hasta que entró la policía un día y se llevaron todo. Bueno, casi todo, dejaron un Grand Marquis 84 (en esa época carrazo y nuevo) olvidado. Cuando tenía 16 años esta chamacona se metía al rancho de Caro con sus amigas y armaban tremendas fiestas dentro del coche olvidado. Nunca le pasó por la mente sacarlo y quedárselo. Cosas de juventud.

Arrullados a la luz de la luna sobre la playa le comienzo a meter mano en su vestido para sentir ese par de tetas tan ricas que se le asomaban por el escote, yo, sin zapatos y con el pantalón arremangado y lleno de arena, estaba dispuesto a tener sexo en la playa tal y como lo reza el famoso coctel favorito de las putas.

En un momento, me detuve a ver cómo sus tetas relumbraban como perlas nacaradas ante los rayos de la luna de tan blancas.

Mi fantasía de tener sexo en la playa se esfumó al incomodarme la pinche arena por el fundillo, las pinches rodillas todas raspadas y rojas me ardían como la chingada al igual que los codos y el solo pensar que estaba a 5 metros de mi habitación me hicieron levantarme e irnos hacia mi cuarto.

Al llegar a mi cuarto nos metimos al jacuzzi y ronroneamos otro rato. Nos desnudamos y casi nos dormimos hasta que me despertó un pinche chorro de agua fría en mi lomo. Al parecer se cerró el agua caliente. Nos levantamos dispuestos a irnos a la cama y ella delicadamente se viste y me dice que mañana se queda toda la noche conmigo, que no quería romper el encanto de esa noche, yo opiné igual y ahí me ves hasta despidiéndola de besito lengüetero. Qué pendejo.

Sobra decir que al otro día ella salió del hotel y, obvio, no llegó en la noche. Yo de pendejo esperándola y hasta la pinche recepción fui a preguntar por ella.

Luego me la encuentro aquí en Puebla y me sonríe muy pícara. Dice que esa noche fue inolvidable y que la noche prometida está en Stand By. Lo malo es que por ciertas gentes me he enterado que ella ha divulgado todo lo sucedido esa noche e incluye con especial sorna el comentario de que se la perdoné.

Muchas veces, en las noches frías y largas, me imagino que se sentirá estar en medio de esas piernas blancas como la sal y tan dulces como un melocotón tierno.

2 Comments:

Post a Comment

<< Home