La gueva de dormir y despertar con sueño

Estos últimos días he andado medio dormido.

No sé bien a bien la razón pero desde hace un tiempo para acá he tenido mucho sueño a todas horas. De día, de mañana, en la tarde, en las madrugadas, a toda hora me persigue el sueño. Caray parece que me chuto las taranovelas de la Tv porque ando con cara y humor de aburrimiento que ni yo mismo me aguanto.

Todo iría bien a no ser que me pega justo cuando estoy trabajando, cuando estoy platicando con una dueña de un delicioso culi-flojo esperando a ver si lo afloja o cuando veo la TV.

El otro día que desperté de uno de mis accesos de sueño estaba completamente desnudo en la cama. Recuerdo claramente que al acostarme estaba en chones y desperté a raiz. Le he platicado de esto a una amiga y me dice que puede ser que alguien me esté haciendo brujería.

Quizá si o quizás no, pero el problema es que también en estos últimos tiempos los culos-guangos han estado medio difíciles de convencer. Vaya ni el viejo truco del amor instantáneo ya rifa. Es urgente actualizar mi manual de conquistas a la versión 3.0. Ni los condones con aroma a fresa (en otros tiempos una completa invitación a la cama irresistible¡¡¡) llegan a mover algo de la negación sistemática femenil.

Trataré de revertir el posible daño que me están haciendo (porque qué tal si me hacen algo y ya no se me para?) mediante la ingestión de cerveza en horas de comida y el fervoroso rezo diario para que México golee a Angola el viernes.

Mi sueño-húmedo-teenagero me ha prometido que por cada gol de la selección se dejará tocar 1 minuto.

Marcadores de 60-0 no se han visto en el mundial, pero por lo menos 1-0 creo que si puede darse.

Es por eso que he decidido ya dormir cansado para no pensar en ti.