Siempre he sentido una atracción inusual por las prostitutas.

Desde que era niño siempre leí los periódicos, mi abuela compraba La Prensa y crecí entre las noticias de los muertos por pendejadas, asesinados en borracheras, violaciones incestuosas, etc. El ya clásico “señaló a su agresor con índice de fuego” fue de mis primeras frases periodísticas aprendidas. Ya más grandecito compraba las compilaciones de toda la nota roja de los 40´s, 50´s y 60´s con lo mejor de las muertes de esos años, hay unas verdaderas joyas de sadismo y sangre en esas páginas pedorras.

Mucho del argot de esas páginas se me ha quedado, como el célebre “mujeres del tacón dorado” refiriéndose a las prostitutas, y que desde niño me intrigaba el porqué del sobrenombre. Cuando yo veía mujeres afuera de los burdeles, de inmediato le revisaba los tacones para ver si eran “del tacón dorado”. Nunca tuve éxito. Eso me decepcionaba.

Curiosamente después trabajé con gente que era toda una leyenda de La Prensa y que emigraron para otros periódicos. Reíamos bastante de las crónicas sensacionalistas de esas épocas. Ya al frente del diario se hicieron bastantes reportajes acerca de las condiciones de vida, sus problemas, deseos, riesgos, en fin, muchísimas cosas que rodean el ambiente de putas en el DF.

Conocí la historia de una prostituta que atendía en la Merced y tenía bastantes clientes. Rubia, de 1.75, ojos azules, cobraba solamente 60 pesos por 20 minutos de su amor. Me comentaban que en las mañanas hasta fila hacían los calientes en espera de sus favores. Ciertos días se colocaba cerca de oficinas de gobierno donde muchos aprovechaban sus 20 minutos del almuerzo para ir a darse un ratito de gozo con la “guerota grandota”. Después nos enteramos que murió a manos de un tipo sediento de sangre que la mató ahorcándola porque lo contagió de SIDA, cosa que fue mentira a medias, porque el que la contagió fue el tipo. Esa chava contagió a una buena parte de burócratas, mismos que ahora gozan de un tratamiento en el IMSS a cargo de nuestros impuestos.

El primer trato con putas de paga lo tuve en la prepa. Unos amigos quedaron de llevar putas para divertirnos en la casa de un amigo aprovechando que sus papás estaban fuera. Todos estuvimos puntualmente a las 9 pm para esperar a los reclutadores. Llegaron hasta las 11 pm cuando ya muchos estábamos en otro pedo. Llegaron y una se dedicó a lo suyo. Se metió a un cuarto mientras la otra entretenía a los demás bailando. La bailadora tenía tremenda barriga que un amigo se reía diciendo que iba por un doctor porque parecía que de un momento a otro daría a luz.

Lo que me castró fue que sentados en un sillón tuviera la pinche puntada de agarrarme de los guevos a mi y a otro amigo y no soltarnos la hija de puta, hija de la chingada tuve que darle un buen chingadazo para que nos soltara. Se emputa por eso y se sale a la calle. La fuimos correteando aventándole hielos, botellas y mentandole la madre, porqué? Pues por puta¡¡¡ Dos sacaron una motoneta y la fueron chingando hasta la entrada del fraccionamiento. Nunca fuimos merecedores de su humor sadomasoquista.

La otra chaparrita coge y coge como debe de ser. En esa noche tuvo como 10 invitados a su cuerpo. Ni cuenta se dio de que su amiga se fue encabronada.

De ahí en fuera las putas cobronas no son de mi gusto, las tolero hasta donde deba ser posible, pero de ahí en fuera nel. A lo más un privado y un chupirul de riata.