Mi niñez no fue normal.

Ayer al escribir el relato de una parte de mi infancia, me llegaron de golpe muchas imágenes de situaciones que ya no recordaba, tuve que hacer acopio de memoria en la noche para recordar partes de mi infancia que ya pasaban al olvido.

Recuerdo que uno de mis pasatiempos favoritos era el ir al campo a hacer casitas de paja. Éramos una bola como de 10 chamacos que hacíamos desmadres y medio, tuvimos mucho espacio para hacerlos, rodeados de campos enormes y muchos lugares donde poder hacer desmadres sin que nadie diera quejas. Era muy divertido el construir casas que al menor aerión se caían lo único incómodo eran los ejércitos de hormigas rojas o ahuates del arroz que se colocaban en la piel y daban una comezón sin fin. En una ocasión, al estar haciendo las casas, escuchamos unos gritos a lo lejos. Eran de una mujer que traía puesto un vestido blanco con bolitas de colores impresas, aparentaba tener como 35 años, la estaban bajando entre 4 hombres de un auto viejo y la metían al campo, justo enfrente de nosotros, como a unos 100 metros. Muy silenciosos estábamos nosotros escondidos desde nuestras guaridas de paja viendo el espectáculo.

La pusieron en un montículo de paja, exactamente igual al que nos robábamos para hacer nuestras construcciones y le subieron el vestido. Misteriosamente dejó de gritar y solo se recostó. Uno a uno los 4 hombres pasaron por la mujer.

Al terminar el último, ya entrada la tarde, se suben a su auto y se van.

De inmediato salimos de nuestro escondite y corrimos a nuestras casas. Nunca le dijimos a nadie lo que vimos.

Los chicos de la colonia que formaban parte de la banda tuvieron a bien invitar a hacer casitas de paja a una niña de la cuadra. Ella acepta y se van. Esa vez no me invitaron. Lo que supe después hasta hoy me da risa. La metieron a una casita, la desnudaron y cuando estaban en pleno agasajo, llegó el hermano mayor de la chamaca y se los empezó a madrear.

Todos salieron corriendo mientras el hermano trataba de alivianar el honor perdido de su hermana. No es por nada pero no estaba tan mal la chamaca. Tiempo después esta chamaca pierde a una hermana en un trágico error de la vida. Le dan un aventón del centro de la ciudad hasta donde vivíamos. Eran apenas unas 10 cuadras, pero ya no regresó con vida, apareció muerta 100 metros delante de su casa tirada en la carretera. Al parecer la mataron solo para robarle su bolsa y una cadena de oro.

Solo se supo que se subió a un camión que transportaba caña y hasta ahí. Nunca se encontró a un sospechoso o a un culpable.

Una de las fantasías del hombre es encontrar una chica linda, puta y dispuesta a todo en la carretera pidiendo aventón. Cada fin de semana paso cerca de una escuela normal rural y las chicas piden aventón a todos los autos para que las lleven a la ciudad. Siempre recuerdo la historia de la hermana de la chica que desnudaron en las casitas de paja. Creo que nadie se merece ese fin.

A veces me gana el sentimiento y les doy un aventón. Son niñas de 18, 19 años que provienen de zonas rurales y tratan de buscar un mejor destino de vida estudiando para maestro normalista. Nunca se sabe qué clase de tipos viajan en la carretera y se arriesgan por ahorrar unos pesos. Por lo menos me acompañan 15 minutos de viaje y me platican sus sueños.

Durante ese tiempo El Tío LoLo descansa.