Debo confesar que no estoy tan solo.

Para curar mi baja de ánimo de esta semana decidí llamar a la Princesa de Tehuacán, es una joven que estudia la universidad en la UVM en Puebla y que no está tan mal. Refiere ser de familia de la High society, de modales refinados y de mucha alcurnia pedorra. Lo peor es que se comporta como tal.

Yo no le veo la refinación por ningún lado, mas bien imagino que su padre es un ganadero adinerado de por allá, ya que habla mucho del campo, ignora las cosas básicas de la vida, es bruta como ella sola y tiene rentado un departamento coqueto en una de las mejores zonas de Puebla. Toda una ranchera cosmopolita. Carga un iPod lleno de Mp3´s del dueto Miguel y Miguel.

Me encanta platicar con ella porque es encantadoramente estúpida.

Si menciono que La Princesa de Tehuacán solo ha ido al DF una vez en su vida y esa visita fue a la Villa de Gudalupe no tiene importancia, pero si uno se imagina la tapadera que tiene en los ojos cuando te enteras que nunca ha leído un libro, va al cine religiosamente los miércoles buscando películas que no me hagan pensar y su mayor ídolo musical es Benny Ibarra, pues no hay mucho que agregar….

Cómo la conocí? Pues la única vez que me di la vuelta por la UVM buscando a un camarada mío que es profesor. Siempre he querido dar clases en una universidad pero nunca he podido convencer a los putos directores para que me dejen dar clases en las mañanas. Refieren que no hay seriedad en mi persona. No lo creo, seriedad es mi segundo nombre y si no me creen que vayan y chingen a su madre todos los decanos y directores. Ya vieron como si puedo ser serio?. Acepto que no sé venderme a mi mismo.

Ah.... pero cuando me propongo regalarme, me regalo.