Este fin de semana no fue muy grato para mi.

Desde que decidí huir del DF para radicar en la bella y aburrida Puebla, nunca imaginé que mi vida fuera a dar un giro de 180° en la dirección totalmente opuesta a la llevaba anteriormente.

Desde que llegué a Puebla conocí el dulce gusto de poder ir a mi casa a comer rico a la hora de la comida, ver la TV 10 minutos y todavía queda tiempo para echarme una jetita de 40 minutos antes de volver al trabajo, en el DF es imposible pensar en cosa semejante.

Salir a las 7 de la noche del trabajo y estar con las patas arriba del sillón con una cerveza en la mano, viendo una película a las 720 en la sala de mi chante no tiene madre.

Poco relevante es decir que he avanzado mucho en mi novela.

Pero no todo es bello en este mundo ojete.

Esta semana que estuve de viaje en el DF desempolvé la vieja agenda de teléfonos donde guardo los números de putas, zorras, putillas, fajadoras, putotas, lagartonas, wachaperras, culeras, mamadoras y amiguitas de amplio criterio.

Ninguna de todas las hijas de puta estaban disponibles, que ya tiene novio, que ya vive lejos, que se casó, que ya somos solamente amigos, que la chingada….. total novi a ninguna y llegué a la conclusión de que no basta tener contacto por e-mail para conservar una nalguita.

Me sentí ya fuera del círculo social donde andaba anteriormente hace apenas 3 años. Todas mis amigas putillas ya tienen otro panorama y yo ya no estoy incluido

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el DF ya no es la tierra pródiga para mi en cuestión de culos guangos

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Tío LoLo sufre