Ayer recibí una llamada que me pone alegre.

Una vieja amiga me ha llamado para saber cómo estoy. Ya tiene un buen rato que no sabía nada de ella y me sorprendió su llamada a media mañana.

Como esta semana ando un poco ocupado ya que estoy cerrando el año y me tienen en chinga, pues hemos dejado el café y la plática para la otra semana. Algo que me dijo me intrigó: que desde el primer día que nos conocimos, pues hemos platicado por horas. Y es cierto. Cada vez que nos vemos platicamos por horas y horas. No tenemos amigos en común, ni profesión o aficiones, pero siempre nos hemos entendido muy bien.

Siempre he platicado mucho con la gente, en la escuela me llamaban la atención por platicar y creo que todas esas pláticas, al final, me han dado mucha energía para seguir escribiendo.